lunes, 29 de noviembre de 2010

Estimat Demòstenes

Estimat Demòstenes:

Vaig a suïcidar-me. He estat pensant i m’he adonat que és l’única sortida. Suposo que si des del lloc on estigues m’has observat sabràs perquè ho faig. Si no és així ara t’ho explicaré.
Vaig ser empresonada pels romans en una primera infància de la qual a penes tinc records. Quan vaig ser més major em van vendre com a esclava a un poderós patrici romà. Em va costar adaptar-me a aquella dura i rigorosa vida. Era un lloc totalment corromput. Un món a part dins del nostre món. Un món que els esclaus amb el pas dels anys havien acceptat i la seva resignació els havia arribat a convèncer que eren feliços. Un món on la dona de l'amo havia d'aguantar que ell la menyspreara per complet i la insultara en públic. Un món en el qual tots estàvem sotmesos a la voluntat de l'amo. Un món trist i horrible.
Però en aquest món et vaig trobar a tu, donant-li la raó a aquell que va dir que es podia trobar llum fins i tot en els llocs més foscos. Tu eres un esclau grec que ja feia molts anys que feia classes als fills de l'amo. Jo era una nouvinguda. No compartíem res aparentment, tu eres vell i jo jove, però els dos somiàvem. Era el que ens feia diferents de tots els que ens rodejaven: teníem esperances, il·lusions i sabíem estimar de veritat. De fet, crec que jo vertaderament et vaig estimar, vas ser com un pare per a mi i sé que vaig ser com una filla per a tu. Llàstima que et mataren.
Va ser per la meva culpa. Ja sé que no és del tot veritat, però no puc evitar pensar això. Com tu saps, l’amo detestava la seva dona i no feia res per ocultar-ho. Ell no la desitjava i acostumava a transitar per prostíbuls per a gitar-se amb dones que vertaderament li agradaven. Aleshores, es va fixar en mi i va estar posseint-me durant molt de temps. Jo era de la seva propietat i això li donava un poder sobre mi que amb les putes no tenia, podria fer realitat amb el meu cos les seves fantasies més perverses. No et vaig contar el que em va fer quan estaves viu i no t’ho contaré ara. No vull recordar-ho.
Ell em volia tenir aïllada, em volia solitària i exposada. Tu eres la persona amb qui tenia més contacte. Això li va semblar malament i va fer que t’assotaren davant de mi. Un home més jove haguera pogut sobreviuré a la pèrdua de sang, però tu no. Et van soterrar en una fossa comuna, tractant el teu cos com si no tinguera cap valor. El meu cor bullia d’odi.
Vaig assassinar l’amo, ho vaig fer per tu i per mi. Va ser molt senzill... Com tu recordaràs, hi havia un esglaó de les escales que donaven al peristylum que tremolava molt. Em vaig fixar que l’amo sempre hi passava per damunt quan les baixava. Sense que ningú m’observara el vaig trencar per complet, per a que quan ell baixara les escales caiguera i s’obrira el crani contra l’esmolada pedra que hi havia al davant. Tot va sortir perfectament i ningú va sospitar de mi. Creien que havia sigut un accident.
Aleshores va venir Titus, el primogènit de l’amo, que es va convertir en el nou amo. Ell detestava son pare i va deslliurar-se de tot allò que li recordava a ell. Ens va atorgar la llibertat a tots els esclaus, encara que seguia tenint un gran poder sobre nosaltres, i va casar sa mare amb un altre patrici que la menyspreava tant com son pare.
Jo era lliure, però en el fons no ho era. No era esclava, però seguia sent escòria. La llibertat no s’assemblava als nostres somnis. Era trista, ja que ningú somiava. Els patricis i els rics pensaven que res estava a la seva altura. Aquells més pobres és resignaven a viure en la major de les insatisfaccions. En el fons tot seguia sent igual. Encara així, el que em va fer desesperar va ser la permanent sensació de sentir-me inferior a tots.
Acabaré amb la meva vida, però no ho faig amb desesperació, ho faig amb l’esperança d'aconseguir per fi la meva anhelada llibertat.
Estimat Demòstenes, ens veurem en els Grans Camps, l’autèntica terra dels somnis i les esperances.

domingo, 28 de noviembre de 2010

LA FAMILIA ROMANA

En esta presentación de Javier Guevara podéis ver muy bien lo que era el matrimonio en Roma

viernes, 26 de noviembre de 2010

Liberto en Roma- Pensamientos de un liberto feliz

Hoy ya tengo mi familia. Una mujer preciosa y dos hijos fuertes y sanos. Vivimos en una pequeña casa de Roma, nada del otro mundo: una pequeña cocina con una mesa y cuatro sillas, y dos habitaciones. No hay puertas. Pero a pesar de todo vivimos bien. Tengo una pequeña tierra en las afueras de la ciudad donde cultivo algunas hortalizas que comemos o vendemos a bajo precio a los vecinos. Con el dinero que consigo compramos lo necesario. Hoy vamos a visitar a mi señor... perdón, pero no me acostumbro. Hoy vamos a visitar a mi amigo Julio, mi antiguo señor. Hace tiempo que nos invitó a comer a su villa a unos kilómetros de la ciudad. Es un tipo importante de la ciudad. Hace campaña para ser elegido cónsul y no le va nada mal. Sabe hablar bien y convence a la gente (maravillas de la oratoria). Él tiene una familia grande. Su mujer es la más envidiada por todas... y todos (se dice que son muchos sus "amigos"). Tiene cinco hijos. El mayor es una buen pretor, recto y educado. El que le sigue está estudiando duro, le encantan las comeduras de cabeza (quiere ser filósofo). Las que restan son tres preciosas hijas que tienen tantas o más amistades que su propia madre. Pero volvamos a mi vida. Servía a la familia de Julio desde que tenía cinco años. Soy de origen griego y mis padres murieron a manos de los romanos. Pero no tengo ningún rencor. Mi amo sí me trató bien. Tuve que acompañarlo varias veces a Hispania, ¡qué bello lugar! (mi sueño es llegar a vivir allí alguna vez). Yo acompañaba siempre a Julio y aprendí mucho de él. Hace más de tres años que no lo veo porque ha estado en Cartago, donde su hermano, después de una grave enfermedad, murió.
Mi familia y yo vamos por la calzada que lleva a su villa. El carro está hecho polvo y lo tira un asno viejo. Pero soy feliz. Mi ciudadanía, que conseguí con mi buen servicio, es un regalo enorme que le debo a Julio. Además le debo la vida. Es cierto que algunos “romanuchi” petulantes me miran mal sabiendo mi pasado; les fastidia que yo ahora sea romano. ¡Me da igual! Bueno, ya estamos en casa de Julio.
- Venga, bajad que llegamos tarde.
Julio sigue con ese aspecto de solemnidad perpetua. Toda la familia salió a recibirnos y también los siervos. Nos saludamos con gran alegría y les presenté mi familia. Pronto mis hijos fueron con los de Julio, a los que admiraban. Nosotros pasamos a un jardín gracioso que había dentro, donde estuvimos hablando durante horas de nuestras vidas. La mujer de Julio no era muy amable, se creía superior y pronto alegó que le dolía la cabeza y se retiró. Nos anunciaron que ya estaba la cena y Julio y yo entramos a comer. Sólo al ver la mesa repleta de todo lo imaginable... no quería pensar lo que me esperaba al comer todo aquello. Comí como los reyes. La tarde fue preciosa y alegre. Pronto emprendimos la vuelta a casa y no pude evitar añorar aquella villa enorme. Envidiaba la vida de Julio… pero, ¿qué digo? ¡Nada de eso! Soy romano. Soy un auténtico romano. Y todo se lo debo a Julio. Ahora soy feliz y Roma es mi patria. Roma es mi madre y daré la vida por ella. Aquí la felicidad es posible, aún siendo un antiguo esclavo. Mi esfuerzo y buen servicio, me liberaron y ahora Roma es mi casa.

Fin

miércoles, 24 de noviembre de 2010

Libertos

Tenia 18 años cuando empece a trabajar en la casa de un dominus ,mi madre se había muerto el año pasado y mi padre antes de que yo naciera .Cuando entre a trabajar en esa casa mi domina estaba embarazada y al poco tiempo dió la luz a dos gemelas muy hermosas que se llamaban Clío y Iulia .
A partir de ese momento mis tareas en la casa habían terminado ya que mi dominus me encargó cuidar a sus hijas .El tiempo pasó y las niñas ya tenian seis años y las dos eran muy listas aunque su parecido físico era igual la forma de pensar era muy distinta. (como es normal en la mayoría de los casos ) Clío era más sensible siempre se preocupaba de lo que le pasara a las personas de su alrededor que a ella misma mientras que Julia queria parecer el opuesto a su hermana ,pero en el fondo tenía un corazón de oro .
Su padre las quería mucho ,así que tenían todo lo que deseaban.Clío se pasaba la mayoria del tiempo detrás de mi preguntándome si no era duro trabajar tanto y yo siempre le contestaba que ese era mi trabajo y no tenía que discutir (porque cuando las niñas empezaron a crecer yo me encargaba de ellas y de otras tareas que se me atribuían) .
Clío me consideraba como su madre ya que su verdadera madre no se preocubaba tanto como yo por ellas,porque les había enseñado desde pequeñas todo lo que mi madre me había enseñado a mí .

Un día Iulia comenzó a sentirse mal y su estado de salud empeoraba cada vez más .Nadie sabía lo que tenía y todos estábamos preocupados por ella ,no quería separarme de ella ni un minuto así que por la noche yo velaba su sueño y la atendía en todo lo que fuera necesario ,pero de día tenía que cumplir con mis atribuciones .Fueron días muy duros pero al fin pasó y Iulia se pusó bien.
Días después vino a darme las gracias ( porque su hermana le contó todo lo que hice por ella ) y a pedirme disculpas porque a veces me trataba mal y me dijo que nunca olvidaría lo que había hecho por ella . Y a patir de entonces empezó a cambiar y a ser mejor persona .

Cuando ya eran mayores y les faltaba poco para casarse ,Iulia le pidió a su padre que me diera la libertad y su padre concedió el deseo a su hija .Ahora por fin era libre ,pero no me alegraba del todo porque sabía que me tenía que separar de ellas .
Entonces Iulia vino y me dijo que ella me debía la libertad por todo que había hecho por ellas y me prometió visitarme siempre que pudiese .

Después de un tiempo tuve mi propia familia y viví feliz al lado de mi marido y mis dos hijos Marcus y Patricia .Pero nunca olvidaré a mis dos hijas del alma, Clío y Iulia .
Fin .
Gogu Roxana Elena 1 Bachillerato B

domingo, 21 de noviembre de 2010

Libertos

Me llamo Ivlivs y os voy a contar mi historia;
nací en una una familia muy humilde y esto hizo que llegara hasta este punto,es decir,a ser un esclavo.

Aquí empieza mi historia,llegué a un pueblo cerca de Roma y como no sabía nada de aquel lugar le pregunté a un señor si me podía ayudar a encontrar donde estaba la domus de los que serían mis amos, ya que era una familia muy importante y la mayoría los conocían; para no perderme,este buen hombre me indicó el camino y así pude llegar hasta allí.
Aquel día fue el más duro de mi vida ,estaba muy preocupado por saber como sería mi dominus, era un hombre que tenía muchísimo poder en Roma y esto todavía hacía que me preocupara aún más.Llegué a aquel sitio y conocí al que sería mi dominus;la verdad es que era una persona muy estricta y quería que todo estuviera perfecto,tenía una bellísima mujer que se llamaba Aemilia y dos hijos,los cuales se llamaban Marcvs y Ivlia.
A los pocos días de mi llegada,cumpliendo todos los días con las obligaciones que me mandaba mi dominus ,los niños me preguntaron si podía ir con ellos a dar un paseo; como eran mis primeros días les dije que no ,ya que no quería meterme en líos y que mi dominus se enfadara por no hacer todo lo que él me había mandado que hiciera.
Pasaron años y años y yo todavía seguía en aquel lugar donde todo me iba casi perfecto, pero la verdad que aunque tuviera a aquel dominus tan estricto y que me había llegado a pegar alguna vez porque decía,que no servía para nada,y que todo lo hacía mal,no me podía quejar de su mujer y sus dos hijos eran estupendos y tenía una muy buena relación con ellos, sobre todo con Aemilia, gracias a ésto hacía que me levantara con fuerzas cada mañana.
Un día mi dominus se puso muy enfermo,su esposa a pesar del carácter de su marido estaba muy triste, ella no quería que él se muriera porque le amaba mucho, pero tenía muy pocas probabilidades de sobrevivir, estaba bastante grave.Todos aquellos días en que mi dominus estaba tan grave estuve apoyando a su esposa, ya que nuestra relación era bastante buena y en este tiempo nos habíamos tratado como si fuéramos hermanos.Pasaron varios días y mi dominus seguía grave y yo me hice una pregunta:
- Qué pasaría conmigo cuando mi dominus muriera? ;así que decidí pedirle ayuda a la mujer de mi dominus,le suplique que le pidiera a su marido mi libertad antes de morir. Mi dominus que estaba en sus últimos minutos de vida, al ver que yo había logrado ser un buen esclavo a pesar de todo lo que me había hecho y dicho,durante todo aquel tiempo y al ver como traté a su familia cuando él estaba tan grave,me dió mi libertad y me regaló un saco de monedas; gracias a Aemilia que era la que me había ayudado,después me dio las gracias por todo y mi dominus falleció y yo por fin pude ser libre.
Estuve varios días triste a causa de la muerte de mi dominus, él tampoco es que hubiera sido tan y tan malo conmigo, al fin y al cabo era mi amo y en el fondo era una bella persona igual que todos los miembros de su familia; antes de irme le dí mi pésame a aquella que había sido como una hermana para mi,y me despedí de aquellos niños que me habían logrado sacar una sonrisa cada día.La mujer de mi dominus y los niños me habían cogido muchísima confianza y cariño,y me hicieron prometer que pronto volvería,para hacerles una visita.

Nunca olvidaré aquellos años de mi vida en aquella domus pero ahora tenía que mirar hacia delante y vivir mi propia vida.



Sandra Blanco Gómez 1º Bachiller - B

LIBERTOS

Hacia ya mucho tiempo que no iba a ver a mi familia y después de quedarme viuda tenia mas razones para visitar a mi querido hijo Caius. Al llegar al pueblo pude observar como había cambiado todo, era mucho mas grande, tenia más tabernas, más villas...

Cuando llegué a la villa me recibió Antonius, uno de los servi que vivían en la casa, era un poco desagradable, tenia la túnica sucia y desgarrada, las manos negras de tanto trabajar en el hortus y los ojos medio cerrados del cansancio. Antonius me hizo pasar y en el tricinium (comedor) vinieron corriendo mis nepotes (nietos). Paula y Caius Minor habian crecido mucho desde la ultima vez que los vi.
Mandaron a Livia, una ancilla, a despertar a su padre, mi querido hijo Caius. Cuando vino a verme, lo primero que le dije es que vendiera o matara al servus Antonius porque no tenia presencia, me daba asco, o sino que comprase a otro servus en el mercado para hacer de portero, le dije que cuando él era pequeño teníamos a un liberto que se ocupaba de eso; - Tu pater liberó a un esclavo de por vida! pero era el encargado de pasar a los invitados, vecinos, amigos... al tricinium y darles todo lo que pidiesen!.
Caius se quedó pensando y decidió ir al mercado con su madre para que eligiese uno como regalo de bienvenida y compraron a Appius.
Era el más joven de todos, tenia la misma edad que Caius Minor y la avia Aurelia lo trataba muy mal, pero si no hacía lo que le pedía Caius le pegaba, incluso podía llegar a matarlo.
Caius, al igual que su pater, quiso perdonar a Antonius, el servus más viejo, de por vida ofreciéndole también el trabajo de "portero", así que se cambió la túnica y se fue a lavar con agua del río.

Mi hijo tenia cuatro servi: Antonius, Livia, Sempronius y ahora el pequeño Appius, yo en cambio tan sólo tenia a Tullius y el liberto Augustus, nosotros comprábamos a un esclavo y hasta que no se moría de tanto trabajar no comprabamos otro, por eso siempre los preferíamos jóvenes, aguantaban mucho más. Pero si mi hijo Caius quiere tratar tan bien a sus servus dándoles un cubiculum para dormir y una comida de alimento al día ,no le puedo decir nada; después de todo, es su villa.
Yo tenía al joven servus en un rincón con paja durmiendo y sólo le daba un trocito de pan al día. Por eso mi maritus tenia más dinero para comprarme joyas y mi hijo se gasta mas en esclavos que en joyas para su amada mujer, no lo debí de educar bien. pero mientras estuve en esa villa enseñé a mis dos nepotes a como tratar a los servi, me sentí muy orgullosa cuando la pequeña Paula le dio un pisotón y le grito a Sempronius por no llevarle quinque rosas rubras como había pedido sino quattuor, además de llamar a su pater para que le dejara sin comer ese día.

Ahí me di cuenta de que ya podía volver a mi villa, ya no les hacia falta.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

La historia de un Liberto.

Noté el agradable calor de los rayos de sol que entraban por el atrio acariciando mi torso delgado y demacrado. Fue entonces cuando abrí los ojos, había quedado tendido en el suelo por agotamiento ya que las tareas de mi amo no me habían dejado dormir últimamente. Mas no abrí os ojos sin más, a escasos metros míos se hallaba mi amo leyendo un libro de Cicerón que cerró tan solo percatarse de que ya había despertado y se dispuso darme un castigo ejemplar que no
quiero ni mencionar.





En cuanto pude volver a moverme, y con moverme me refiero a arrastrarme, me dirigí a comprar unos dulces para una importante cena que mi señor había organizado. Con ayuda de un garrote avancé hasta el establecimiento más cercano. Abrí la puerta y un calurosa bienvenida;

-Ave Amice!. – Dijo el tendero.

Saludé y compré lo que necesitaba. Cuando volví a la calle, oí un gran jaleo, y no era para menos. Se había extendido un rumor de que un esclavo había obtenido la libertad por parte de su amo ya moribundo, y lo peor de todo, ese individuo estaba allí frente mis ojos avanzando entre la muchedumbre que le criticaba y le insultaba. Pronto me uní a esas burlas, me camuflé entre aquella muchedumbre enfurecida. Cuando se acabó aquel espectáculo regresé a la domus. Justo cuando vi de nuevo el rostro de mi señor entendí que no me había unido a las criticas porque le odiase sino porque le tenía envidia. Estaba furioso, yo no podía ser liberto, mi amo no era tan benevolente.

Pasaron las horas y los invitados de mi amo y sus respectivas mujeres ocuparon sus mullidos, elegantes y extremadamente adornados asientos. Junto con mis compañeros comenzamos a servir la cena. Todos los otros siervos tenían alrededor de 30 años excepto yo que tenia 40 y cargaba con mis 2 hijas ya de 20 pocos años, por cierto también esclavas. Mis hijas eran bellas, juraría que los ángeles estarían prendados de su cabello si lo vieran, y que el mismo Apolo las incluiría en sus musas más bellas con tan solo verlas de reojo.

Pues bien, mis hijas y yo servimos finalmente los dulces. Mi amo estaba apostando con los otros afamados señores. Mi amo perdió la apuesta y golpeó la mesa, y un señor robusto y barbudo se levantó y con su baculum señaló a mis hijas y a mi. Nos dio 2 noticias: Yo por fin sería libre. Esta noticia me hizo saltar lágrimas de alegría, por fin seria un liberto. Y la segunda consecuencia de aquella apuesta fue… que mis hijas quedarían al cargo de aquel señor.

Caí de rodillas al suelo, apreté con fuerza mi toga raída por los años, y noté como un sentimiento de impotencia se apoderaba de mi interior. ¿De qué me servia ser libre sin un lugar donde ir, sin mis hijas y con mi edad? ¿Por qué decidían a quien pertenecíamos o dejábamos de pertenecer de forma tan cruel? La libertad que yo anhelaba solo me serviría para perderme en el olvido y culparme eternamente por no tener valor suficiente para revelarme.

lunes, 15 de noviembre de 2010

LIBERTO

Mi historia comienza hace 21 años, cuando una desgraciada tarde de primavera en la que los romanos invadieron mi ciudad...

Me llamo Melancton y soy profesor en una de las ágoras de Corinto, mejor dicho, era profesor ya que ahora mi destino ha cambiado y puedo decir sin temor a equivocarme que estos romanos me envían a Roma para venderme como esclavo aunque a mis 43 años poco podre hacer, ya que no ando muy bien de la espalda...
Tras casi dos meses, según mis cálculos, en una galera que olía a tintorería (no sé si me explico) llegamos a un puerto de la Península Itálica cosa que supe porque hablaban latín y una vez desembarcamos nos llevaron en carros a Roma, no me había equivocado.
Cuando llegamos a una plaza que debía ser el mercado principal ya que rebosaba lujo ostentación y gente pudiente el esclavista me pregunto que que sabia hacer y lo único que se me ocurrió contestar fue: -Soy profesor.
Así que ese hombre por no llamarlo bestia empezó a pregonar que tenía un griego maestro y empezó a inventarse mi vida un ricachón ofreció por mi 50 monedas de plata y me compró como si no fuera más que una gallina un asno o incluso una barra de pan.
Me llevo a su mansión un poco apartada de Roma donde tenía varias hectáreas de pastos para sus caballos salvajes, según el mismo me explicó.

Cuando llegamos a su casa me explico las normas y se fue. Yo me quede confuso ya que no me dijo cual seria mi tarea así que me armé de valor y fui a preguntárselo me dijo que obviamente yo había sido adquirido para dar clases a sus dos hijos Tulio y Patricia, le di las gracias por la información y me hizo retirar, fui a mis ''aposentos'' a pensar pensé muchas cosas pero entre tantos pensamiento se encontraba el alivio que en parte sentía por la facilidad de mi tarea.

Los años pasaban y ambos muchachos fueron creciendo de acuerdo a mis enseñanzas, Tulio era muy despierto e inteligente y Patricia era la astucia personificada, así que no me costó mucho enseñarles todo lo que mis maestros me habían enseñado a mi con anterioridad.



Una noche de junio sin aviso ni preocupaciones me señor que me había proporcionado una vida digna dentro de lo que cabe nos dejo para descansar en paz.
Yo en esa época contaba ya con 53 años de edad y no me quedaría mucho tiempo sobre esta tierra poco iba a tardar en seguir a mi señor...
Un buen día mientras estaba paseando por el jardín de mis nuevos señores Tulio y Patricia, me llamaron y cuan grata fue mi sorpresa cuando me dijeron: -Melancton, has sido un muy buen maestro para ambos y aunque nada nos gustaría más que tenerte como maestro de nuestros descendientes, verdad hermana? -Si Tulio (dijo Patricia acariciándose el vientre, debería estar de 8 meses) y a mi mi marido Marco también le gustaría.-Hemos decidido, en parte porque nuestro padre así lo habría querido y en parte porque tu nos has enseñado que todos los hombres son libres e iguales, darte la libertad para que puedas vivir los últimos años que te queden en el mundo como hombre libre y si quisieras en esta misma casa. Por supuesto te cambiaríamos a una habitación de invitados, a la que tu eligieras... A mi se me llenaron los ojos de lagrimas y me desice en agradecimientos. Acepté su invitación a quedarme y hoy cuento ya con 64 años, todo un logro! Y... y me voy que ya es hora de empezar la clase de los pequeños de la casa...

FIN


César Seguí Sabater
1º BACH-B

domingo, 14 de noviembre de 2010

Libertos

Cuando llegué a la domus de los que serían mis amos yo, tenía diez años y era una niña que había tenido una vida pésima como la de cualquier esclava de mi época. Mi dominus era un hombre con mucho poder en Roma, su única tristeza era que era viudo pero esta desgracia la compensaba con su hermosa hija que su mujer le regaló antes de morir. Ella se llamaba Iulia y tenía mi edad su padre había pasado su vida enseñando a su hija a ser una esposa perfecta. Cuando observaba a esa niña veía una mujer con perfectos modales en cuerpo de niña. Para mi sorpresa a los pocos dias de mi llegada, cumpliendo yo con mis obligaciones, mientras el amo había salido a una diligencia en el senado esa niña que parecía tan estirada se me acercó y me preguntó si quería jugar con sus muñecas yo le conteste que no, solo faltaba eso, que el amo me castigase nada más llegar ya había vivido muchas palizas durante mi vida y por el momento no me merecía más.
Pasaron los años y acabé convirtiéndome en una mujer al igual que Iulia con la que al final terminé por aceptar sus propuestas de juegos y llegamos a tener una relación de hermanas a escondidas de su padre. Aunque había recibido palizas por parte de mi dominus y noches con el frío congelándome los huesos, todas habían sido por errores en mis trabajos y no por lo unida que estaba con su hija; ¡Gracias a los dioses!. Pero el amo era viejo y estaba muy enfermo y Iulia estaba comprometida con un buen hombre con el que pronto se casaría pero yo, que pasa conmigo estaba sola y no quería pasarme la vida sola así que decidí pedirle a mi gran amiga que le suplicase a su padre mi libertad antes de morir. Mi dominus que estaba en sus últimos minutos de vida al ver convertida a su hija en lo que siempre había soñado solo quiso que fuera feliz antes de perder a su padre así que me concedío mi libertad y me regaló algunas monedas, después mi dominus falleció y yo por fin podía ser libre y vivir mi vida. La muerte de mi amo me entristeció porque no había sido un mal amo y antes de irme le dí mi pésame a mi gran amiga Iulia, la qual me hizo prometer que nos volveríamos a ver.
Nunca olvidaría a Iulia ni mi vida en esa domus pero ahora me tocaba mirar al futuro y vivir mi propia vida.

Jessica Villarraso Ligero. 1º BACHILLERATO-B

LIBERTOS

Era una niña de 13 años cuando me tuve que enfrentar a lo que seria mi nueva vida ,una vida sin privilegios i trabajando para mi amo,llegué a esa casa con ilusión que poco a poco esa sonrisa se fueron borrando por lágrimas,estaba sola en aquel lugar no conocí a mi padre y a los pocos años de nacer murió mi madre,siempre intentó olvidar aquel momento tan duro pero es imposible.

Mi amo era un señor alto y muy bello ,y su cuerpo era de envidiar.Su mujer era mucho más joven que él y su cabello dorado deslumbraba allá donde fuera.
Yo no era así y viendome ahora tampoco lo seré...siempre le preguntaba a los dioses porque me dió esa vida, pero no contestaban.

Los primeros dias en la casa fueron horribles,cada vez que hacias algo mal te pegaba el amo con su baculum,aquellas heridas todavia no han acabado de cicatrizarse,pero a partir de ahi empeze a ser una esclava de admirar, el amo cada vez estaba mejor conmigo,la ama me ayudaba mucho y a veces me daba algún trozo de pan a escondidas.Pero la muerte llegó y al primero que se llevó fué a mi amo,la verdad es que estuve apenada y ver a mi ama en aquellas circunstancias se te llenaba el corazón de tristeza ,desde aquellos meses nada volvió a ser igual,ya no era la misma era otra pesona más dura y su rostro se deterioraba con el paso de los años.

A la edad de 21 años me trasladarón a otra casa y allí encontré al principe con el que tanto tiempo soñe y con el cual jamás estuve,me enamoré del hijo de mi nuevo amo.Pero el se casó con una muchacha más bella que yo ,y a la que tendria que obedecer a todo lo que me pidiera,me hice amiga de un esclavo era muy amable y me ayudaba en lo que fuera hasta que un dia vi como a la persona que me habia dado tantas fuerzas estuvo implicado en una gran confusión con la pecunia de mi amo y vi con mis propios ojos como pegaban a mi amigo hasta desangrar en el suelo y morir.

Llegó aquel maravilloso dia,llegó el dia de mi libertad ,cierta persona pagó por mi libertad,el amo me dejó irme ya que me hacia mayor y mis fuerzas no eran las mismas y habia comprado a nuevos esclavos.Fui una liberta.

Allí fuera me casé con un hombre muy bueno y que cuidaba de mi ,hasta que llegó la hora de mi muerte y dejé aquel mundo con una triste sonrisa ,aquella vida me hizo aprender los problemas y mi dura situación , y mis unicas esperanzas era reencontrarme con mi buena madre allá donde fuera.
LIBERTOS
Una noche fría de invierno, bajo la luna resplandeciente, nació un niño, el cual, no seria como todos los demás niños, no gozaría de libertad, ni de privilegios. Ese niño era un esclavo, ese niño era yo.
Mi familia, arrebatada de sus tierras en Hispania, fue obligada a esclavizarse.
Desde que tuve uso de la razón, estuve trabajando, siempre a disposición de nuestros amos.
Vivíamos en una villa, a las afueras de Roma, en ella se hospedaban el amo, con su mujer y un hijo. El amo se llamaba Octavius, pertenecia a un miembro importante del senado, malvado y despiadado como el sólo, hacia con nosotros lo que a el se le antojará.
Mi madre en la villa, se encargaba de limpiar cada palmo de la casa y de las tareas de cocina e baños. Mi padre y yo, nos encargábamos de limpiar el establo y cuidar de los caballos, aparte, teníamos tareas de tipo mantenimiento del hogar y acompañar al amo en todas sus salidas. En una de esas salidas, acompañamos al amo hasta el senado, donde se reunía con la misma clase de chusma que el. Alli todos vestían con su misma bata blanca. Con aires de superioridad, nos miraban como si de animales no tratáramos, nos mostraban con sus miradas el gran desprecio y repulsión que tenian hacia nuestra persona.
Innumerables, son las veces en las que el amo me pego, no eran simples tortazos, eran palizas que de poco me mataban, todo ello era causado por razones estupidas, por un misero error, ya era castigado azotandome con una vara o con cualquier objeto que me pudiera causar dolor.
Mi padre y mi madre, no corrieron mejor suerte que yo, también fueron maltratados en innumerables ocasiones e incluso mi madre, padeció el abuso sexual por parte de mi amo.
En mi infancia, rara vez tuve diversión, una de esas pocas veces, fue cuando el hijo del amo llamado Marcus, me invito a jugar a los muñecos de trapo o marfil con el.
Transcurridos 20 años de duro trabajo sin cesar, mi padre, agotado e medio muerto a causa de las palizas, falleció. Al poco tiempo lo sustituyeron por otro esclavo como si de un objeto se tratase.
Mi madre, gravemente afectada, por el fallecimiento de mi padre, dijo, que ese dolor no lo volveria a tener conmigo, quería que yo fuera libre. Para ello tendría que pagar mi libertad con el poco dinero que consiguiéramos los dos.
Cuando por fin pude pagar mi libertad, me lleno de alegría pero a la vez me ivadió una gran tristeza; dejar a mi madre allí sola ante semejantes personas me producía terror.
Me sentí un poco aliviado al pensar que no seria un adíos definitivo y podria cuidarla, ya que mi libertad no era absoluta, debía hacer unos días de trabajo ("opera") en los cuales, desempeñaría mis antiguas labores, unos días cada cierto tiempo.
Finalmente obtuve mi libertad, pensé en todas las cosas que ahora iba a poder; podria tener mi propia casa, mi propio dinero, mi propia vida... A la vez, pensé, en todo aquello que había perdido, en todos aquellos años de esclavitud, en las palizas, de como me habían arrebatado mi infancia y mi familia.
Eric del Cubo beltrán 1º de bachiller

Liberto

Aun me acuerdo cuando me convertí en esclavo, después de una dura, larga y sangrienta guerra en la que muy pocos sobrevivimos a la masacre. Y creer que después de lo vivido envidiaba a los muertos, y me preguntareis; ¿Por qué no te suicidaste si tan duro fue lo que viviste?. Pues no os niego que lo habré pensado y sigo pensándolo, ya después de veinte años que paso aquello, la verdad por la única razón por la que no lo he hecho ha sido por cobardía, siempre he sido un cobarde, por eso precisamente no morí en aquella guerra,ya que no tuve agallas a enfrentarme al enemigo y solo hice que esconderme,solo por mi instinto de supervivencia.
No me gusta nada ser así, pero los dioses quisieron que no fuera perfecto y aquí me tenéis esclavo de un dominus y una domina los cuales no me tratan precisamente bien, aunque no me puedo quejar del todo, ya que tengo comida, y un techo que me cubre.
Siempre y cuando haga todo lo que me pidan y de la mejor forma posible, para que estuvieran satisfechos conmigo; la experiencia hace al sabio, ya que he pasado muchos días al raso y sin comer por no hacer bien mi trabajo o por no hacerlo con una sonrisa en la boca, en señal de gratitud a mis amos. Tengo presente un día en el que en plena tempestad tuve que dormir fuera, aun sigo sintiendo la lluvia helada cayendo como agujas en mi piel y el viento gélido y golpeaba mi cuerpo huesudo en el que parecía que cuando me levantara mi tunica encontrara un montón de hematomas.
Bueno, siempre dicen que de los errores se aprende,y sí, se aprende y mucho, después de aquella noche no volví a hacer nada mal.
En realidad tuve suerte, porque a los seis años de mi superveniencia en a domus presencie en carne viva como pegaban a un compañero mio y como mataban a otro, no solían durar mucho,o morían o eran intercambiados por otros. Yo fui el único que consiguió resistir a aquella inspección rutinaria, lo he dicho al principio y sigo diciéndolo ahora estoy hecho para sobrevivir.
Esta mañana mi dominus me recompenso todos los años de fidelidad y buena conducta, y me ha concedido la libertad, me dio una cuantas nummi y una tunica nueva, hacia tanto que no me lavaba la mía, ya no recordaba ni su olor.
Ya era un liberto, aunque eso no significara separarme del todo de mis responsabilidades para mi dominus. Ya que si él necesitaba mi ayuda, siempre tenia que estar dispuesto a dársela, y de hecho lo estaba. Después de todo lo ocurrido tenia algo de simpatía por el dominus y la domina y por supuesto por sus liberi.
Sabia que iba a tener nostalgia de aquellos años en esa domus, ya que era como si me hubiera criado allí, ahora estaba en otra etapa de mi vida y tenia que empezar de nuevo, pero como siempre me las arreglaría como mejor pudiera, por algo me llaman Iulius.


Fátima Bartoll Andreu 1º Bachiller

sábado, 13 de noviembre de 2010

LOS LIBERTOS

Yo era muy pequeña cuando destruyeron mi casa y nos secuestraron a mi familia y a mi, lo recordare siempre, porque primero separaron a mi madre de nosotros para llevarla a la casa del rey para servir de esclava, a mi padre para para irse a luchar a la guerra de las ciudades conquistadas por las legiones, a mis hermanos y a mi nos llevaron a la casa del rey para que aprenderíamos a hacer lo que el amo ordenase, ya han pasado muchos meses, incluso demasiados años...

No e vuelto a ver a mis padres desde aquel momento y a mis hermanos lo veo muy pocas veces cuando van con su amo por las calles.
Llevo mucho tiempo haciendo muchas labores al amo y a su esposa, como por ejemplo poniendoles la toga, ofrecerles un baño o un masaje de pies, lo peor de todo es que me a forzado y el amo a abusado de mi. Los amos tienen todo el derecho a hacer lo que quiera con nosotros, podría hasta matarnos si así lo quisiera.

La ama se comporta muy bien conmigo porque hago todo lo que me ordena sin discusión, ella me cuenta como tenia antes una esclava que fue pasando de casa en casa hasta que falleció y entonces fue trasladada a donde yo ahora me encuentro, la libera fue envejeciendo cada vez mas hasta que falleció, recuerdo que me contaba como a su marido no le importaba lo que le pudiera pasar a ella porque según él habían nacido para servir y luego morir, también decía que habían muchas esclavas dispuestas a ocupar su lugar...
Y conmigo estaba encontrando lo que perdio en su antigua libera, me siento muy alagada por ello.

Hoy an venido a la casa muchos amigos de los amos, vienen todos muy bien vestidos, con muchas joyas. Yo nunca en todos los años que llevaba trabajando no había visto nada igual, se sentaron en una mesa muy grande, cuando de repente todos sacaron su propia cuchara para comer (debe de ser lo normal, pensé...) empezaron a hablar de muchos temas diferentes (porque mientras ellos comian, yo servia la mesa entre otras cosas) cuando escuche que querían intercambiar los libertos de esa casa por la de otro amo, (yo me asuste mucho al escucharlo porque estaba muy bien en aquel lugar), después de debatirlo durante bastante tiempo decidieron que era lo mejor, que los esclavos eran todos iguales y no importaba tener a uno u otro. Así lo hicieron, nos llevaron a otra casa a servir, y luego a otra y a otra...
Ahora ya soy una persona adulta, llevo unos 10 años sirviendo en casa de diferentes amos, llevo mucho tiempo sin ver a mis padres, ni a mis hermanos, aun me falta mucha vida por delante, y se que voy a estar pasando de una casa a una otra, obedeciendo, y haciendo todo lo que los amos quieran. Y no me considero una persona que tenga que estar trabajando como esclava toda mi vida sin poder ver a mi familia ni poder crear tampoco la mia propia hasta que el amo me de la libertad...

-¿La gente tiene que ser considerada esclava por haber nacido de padres pobres, y tener que hacer lo que otras personas quieran?

Yo pienso que todos tenemos nuestros derechos seamos pobres o ricos, todos somos iguales y no tienen porque mandar de todos nosotros.

LIBERTOS

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LIBERTOS


-Y ahora que hago yo?, una niña de 10 años, huérfana y bajo los mandos de un amo que sólo piensa en tumbarse en su triclinium bebiendo vino y disfrutando de sus manjares repletos de uvas, carnes y demás, mientras entabla conversaciones con sus amigos los patricios que sólo hacen que quejarse de sus esclavos, aquellos mismos que si es necesario les lavan sus traseros.
Yo sin embargo, y con mucha suerte, me casaré con un trabajador, esclavo como yo que pueda traer comida a mis hijos y a mí, pero esto es sólo un sueño... y yo por el momento si tengo la suerte de poder coger unas cuantas sobras de mi amo creo que me doy con un canto en los dientes.

Mi amo era un hombre alto, esbelto, joven y bien parecido, que podía conseguir tantas mujeres como él se propusiera. Su mujer era una mujer muy bella, pero poco valorada por su marido, que la tenia como una esclava más, aunque no era tan severo con ella. La pobre mujer solo le servia en la cama y poco más, aunque ésto se sabía por toda la villa, la ama se mantenía severa y recibíamos graves represalias si nos escuchaba hablar de aquel tema o si la desobedecíamos en cualquiera de las tareas encomendadas.

Tres meses más tarde de mi llegada a la villa de mi señor, llegó un muchacho que no superaría los 14 años, pero desde aquel momento algo invadió mi cuerpo, yo soy una muchacha muy bella, todos los que me rodean me lo repiten a cada instante, mis ojos azules como el mar encandilan a todo aquel que se cruza conmigo. Aquel muchacho no fue menos, enseguida se fijó en mi, tal vez sea porque era una cría entre mujeres hechas y derechas, o porque de verdad se había fijado en mí.
Desde ese momento entendí que había encontrado mi alter ego... aquel con quien compartiría el resto de mi vida

El tiempo se me pasaba como si un reloj estuviera loco y nadie fuera capaz de pararlo... dentro de 3 días cumpliría 17 años, y ya era hora de casarse... si recordáis a aquel muchacho, se hizo un hombre pero era diferente de los otros esclavos, el amo le tenía mucho cariño...él se convirtió en su hombre de confianza y estaba mejor alimentado que cualquiera de todos nosotros. Pasaron los días y una noticia inesperada llegó a mis oídos... aquel muchacho de 14 años que llegó tenía 20 y quería contraer matrimonio conmigo... Yo ni me lo pensé estaba enamorad de él desde el momento de su llegada. Nos casamos. Tras 8 meses... tuve dos hijos preciosos.

Estoy entrada en años, mi amo es un viejo gordo, y mis hijos trabajan como burros. Mi marido permanece como mano derecha del amo... esa fue una gran ventaja porque 5 meses más tarde... la villa tuvo “una gran desgracia”, el amo murió... por muerte natural dijeron, pero corrían rumores de sus deudas y sus enemigos tenían sed de venganza. Bueno la cosa era que con el amo fuera de nuestras vidas, solo deberíamos convencer al nuevo dominus, su hijo... con el cual yo me crié. Mi marido pidió nuestra libertad, queríamos vivir nuestra propia vida después de servir tantos años para su padre.

Creo que nos concedió la libertad porque necesitaba nuevos esclavos, más jóvenes y eficientes que dos viejos. Nuestros hijos siguieron a su merced, pero tuvieron suerte... aquel amo era mucho más benevolente que el anterior y su libertad estaba a la vuelta de la esquina.

Creo que mi libertad no sirvió de nada, mi marido murió y me quedé sola en la calle... poco después llegó la hora de mi muerte.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Los Libertos

Era un frío día de invierno, llevábamos casi toda la semana esperando aquel momento para recibir a aquella persona que entraría en nuestra casa y nos haría la vida un poco más fácil.
Cuando llegamos a la plaza del centro había un gran lio de gente , y cuando nos dimos cuenta vimos cómo se nos acercaba una de aquellas personas.
Le guiamos hacia nuestro hogar, y una vez allí le explicamos fríamente las normas.
Al principio todos nos mostrábamos fríos pero poco a poco con el paso de los días fuimos cogiendo más confianza unos con otros.
Yo no entendía como aquel pobre esclavo podía aguantar todas las tareas que le mandábamos mi marido y yo. En ocasiones pensaba que éramos demasiado duros con él, pero enseguida mi marido me corregía y me decía que él había nacido para eso, que ese era su trabajo, y nosotros no teníamos que tener ningún reparo en ordenarle las tareas que para nosotros fueran más costosas.
Rápidamente pasaron los años. Nuestros hijos crecían y mi marido y yo envejecíamos. También envejecía nuestro sirviente, pero seguía siendo igual de eficiente que hace 10 años, cuando el tan solo era un joven.
En invierno pasó por nuestro pueblo una gran epidemia de peste y mi marido enfermó. Se puso muy enfermo y pasó muchísimo tiempo en la cama, sin poder casi ni moverse.
Yo estaba muy preocupada porque si mi marido fallecía yo ya no sería nadie, así que me pase día y noche a su lado, para que no le faltara de nada.
Sorprendentemente, nuestro esclavo, hizo toda clase de tareas sin que se las ordenáramos. Estaba todo el día a nuestra disposición, sin hacer ni un solo mal gesto.
Pasaban los días y yo veía cada día mas mal a mi marido, así que una mañana le dije que me hiciera un favor.
Le expliqué lo bien que se había portado con nosotros el esclavo, día y noche cuidando de nosotros, así que le pedí a mi marido que antes de morir liberara al esclavo.
Mi marido, accedió, aunque tras mucho esfuerzo, pues en sus últimas horas no podía casi ni hablar.
Cuando le comunique al esclavo la noticia no encontraba las suficientes palabras para agradecernos la decisión, y aunque lo normal hubiera sido irse al saber la noticia, él se quedó hasta el último suspiro de mi marido.
Después de la muerte de mi marido él se quedó conmigo y con mis hijos hasta que yo le dije que ya no necesitábamos nada, entonces él se fue libre, aunque con un sabor agridulce, pues era feliz, pero estaba triste por la pérdida de su amo.
Pasaron los años y ya no volví a saber de aquel bondadoso hombre, aunque un día de verano me llegó la noticia de que el esclavo había muerto. Sentí tanto la muerte de aquel hombre que me dí cuenta de la suerte que habíamos tenido suerte de tener un hombre tan bondadoso como aquel, aunque me arrepentía de no haberle liberado antes de aquel infierno al que le teníamos sometido, para que pudiera vivir feliz como se merecía.
Ahora solo puedo pensar que estará con Dios y que tiene una vida buena, aunque sea en el otro mundo, lejos de mí.

SILVIA MARTIN RUIZ 1ºbach B

martes, 9 de noviembre de 2010

El liberto

Otro día más de caravana. La guerra terminó con innumerables muertos, cuantiosos esclavos e incontables viudas y huérfanos. Mi historia poco resta de la de mis compañeros de carro. El de mi izquierda, orfebre; la de mi derecha, dentro de dos meses tendrá otra boca que alimentar, el de enfrente no para de quejarse, estoy seguro que era actor y el de atrás mía lleva demasiado tiempo dormido, es más, creo que la herida de su vientre no juega mucho en su favor.

A lo lejos se vislumbraba una ciudad colosal. Blanca como la nieve y ruidosa como una manada de elefantes. El sol iba a ponerse, si mis cálculos no eran erróneos, dentro de media hora. Lentamente íbamos adentrándonos por las calles, la gente nos miraba. Unos con cara de asco; otros con cara curiosa y otros nos ignoraban. Eso era lo más duro. Sabíamos lo que harían con nosotros. También sabíamos lo importantes que eramos para ellos, pero lo más cruel era que la gente que nos ignoraba, lo seguiría haciendo siempre. Al fin paramos y nos distribuyeron. A mi me condujeron hasta un hombre. Mi dominus era un hombre ya entrado en edad. Vestía con telas caras y completamente de blanco, en señal de su posición política. Era cano y cojeaba un poco al andar. Lo seguí hasta su casa y dentro ya, cogió un cuenco con agua y me esparció unas gotas por la cara, en señal de bienvenida a la familia. A partir de ahora le llamaría Me domine y le acompañaría en su día a día.


Y así fue. Día tras día. Semana tras semana. Mes tras mes. Año tras año.


Hoy tuve poca faena. El dominus permanecía aún en cama, tosiendo gravemente. El doctor vino pasada la hora, la cosa no pintaba nada bien. Mientras tanto, yo no paraba de darle vueltas a una cosa. Mi sacculus estaba cada vez más lleno y no tardaría en ver a mi amo para que me concediera la libertad. Estaba nervioso, porque nunca antes me había atrevido a mencionárselo. Y creo que este era el mejor de los momentos. Con el dominus convaleciente, no dudaría en cometer una buena acción con tal de ir al Elysium. Así que aproveché el momento de la comida para mencionárselo. Me arrodillé frente a su cama e imploré que me concediera el honor de ser libre, y el tras pensarlo un rato me hizo un trato: él me concedía la libertad, pero debía cuidar de él hasta el día de su muerte. Acepté sin dudarlo un instante. En ese momento se me consideraba como un Liberto. Podía tener dinero, casarme, emprender un negocio y demás privilegios. Iba a ser un hombre.


Tenía un trabajo digno, tenía dinero, tenía mujer e hijos, pero aún me faltaba una última cosa: respeto. La gente miraba a mi familia como algo impuro; algo que había de ser eliminado, erradicado, aplastado. La gente hablaba de mí y de los míos a mis espaldas. Todo era por el mísero hecho de que otras personas que no conocía de nada perdieron una guerra. Porque fui capturado y esclavizado. Porque un anciano delirante y convaleciente tuvo la consideración necesaria para liberarme. Pero sobre todo era por envidia, la misma envidia que corroía sus “patricias” venas; la misma envidia que tenían al conocer que mis beneficios económicos eran mayores que los suyos. Y esa misma gente es la que se hacía llamar noble.


Por mucho esfuerzo, por mucho dinero, por mucho que hagas por otra persona, siempre habrá otra por encima que intentará acabar contigo, para que no le puedas destruir tú antes. Se suponía que entre estas gentes, se hallaban las cabezas mejor encuadradas del mundo, pero mi pregunta es, ¿esas cabezas estaban coronadas por hojas de laurel, o empapadas del sudor del trabajo y la dedicación? ¿Es mejor persona la que está amparada por la ley? ¿El hombre será algún día absoluta y completamente libre?